Cita.


Se le hacía tarde para el trabajo, tomó la ruta de siempre bajando en el puente y tomando un taxi que la llevara hasta el siguiente destino. Dos días seguidos la corriente parecía querer ir hacia la derecha.  La primera vez decidió intentar no perder la calma, llevaba unos minutos de sobra así que lo tomó como paseo rutinario en lo que encontraban alguna ruta alternativa que no la desviara tanto. En la segunda pudo evitar la catástrofe anterior. Sabía que esa dirección algo le decía, le llamaba.

Hoy nuevamente bajo el puente hace la parada, sube en el taxi y comienza a sentir como la llaman. En esta ocasión ella decir dejarse llevar sin comentarle nada al chofer, este sigue órdenes invisibles.

El camino fue de calle en calle, los árboles se veían pasar a los lados, postes de luz adornando la mañana fría y calurosa a la vez. Anduvieron durante una hora aproximadamente hasta que se detuvieron en una bodega, estaba del otro lado de la ciudad. Había un hombre parado frente al portón negro, los estaba esperando. Pagó el servicio e inmediatamente abrió la puerta para que ella pudiera bajar del transporte.

-La esperábamos-, fue todo lo que dijo. Abrió el portón y juntos entraron en la bodega.

Dentro no había nada, excepto una silla de metal, dos uniformados más a los lados y el que los había recibido.  –La esperábamos-, repitió una voz que provenía de otra salida, del otro lado por donde había entrado. –Lamento la tardanza-, contestó.

-Lamento que la trajéramos de esta forma, no había manera.

Silencio.

-Es extraño sentir que algo se sabe, pero cuando se piensa en ello simplemente nos damos cuenta que no sabemos absolutamente nada.

El silencio continua.

-Preguntas correctas, respuestas correctas. Pero no se trata de la respuesta correcta, sino de buscar la forma de hallar las verdaderas preguntas; estas sólo llegarán con las respuestas verdaderas.
-¿Por qué me han regresado?
-¿Por qué?
-¿Para qué he vuelto?
-¿Cómo sabes que has vuelto si nunca has estado aquí? Tal vez aún no sea tiempo.
-Nunca lo será.

Ella observaba desde lo lejos a ese hombre, no lo reconocía pero sabía quien era. Dio unos pasos y tomó asiento sobre la silla. Cerró los ojos, tomó aire varias veces y con voz firme dijo: estoy lista.

La fuerza de gravedad hizo lo debido, la mantuvo pegada al frío metal. Los hombres a su lado le mantenían quieta de los hombros. Las paredes de la bodega fueron colapsando una a una, nadie dijo nada. El hombre que los recibió estaba al frente mientras que el último lejano estaba a su espalda.

-¿Estás segura?- El hombre de enfrente tomó sus muñecas.
-No hay marcha atrás-. El que había hablado desde atrás le levantó un poco el rostro, puso su dedo en la frente.
-Háganlo.

Abrió los ojos, estos estaban completamente iluminados. Destellos salían de ellos. Sus muñecas se incendiaron hasta sentir que las venas le ardían. Todo giró, daba vueltas. Las imágenes se revolvían entre decisiones y alternativas. Sí, su futuro estaba siendo reescrito por completo. Silencio, fue todo lo que quedó.

El cielo tembló un relámpago en el cielo, a pesar de no estar nublado. Debajo del puente espera a que su destino comience nuevamente, hoy su vida era diferente. Sólo existía un camino: hacia delante.





Me despido sin un adiós.


¿Será que puedas dejar de amarme?
que mi nombre ya no pase por tu mente,
que el viento lleve los suspiros
Sin besar tus dulces labios.

Quise dejar la última gota en el sobre del adiós
pero ha sido difícil continuar con el paso
sabiendo que te dejé
detrás con la sombra de la morada.

Puedo pedirte que me perdones,
decirte que te amé lo suficiente cada día,
lo cierto es que tu dolor
nunca lo calmaré.

Los árboles me dicen aquello que el eco cayó,
los ojos cerraron la mirada hacia la puerta
las alas negaron la libertad que tu amor brindaba.

¿Qué piensas de mi alma ahora que recorre
tus memorias con lágrimas en lo profundo?
Tal vez sientas que las nubes se burlan
que el frío de la lluvia no cesa de mojar tu cuerpo.

Tus cabellos serenos ceden ante la gravedad,
tu pecho es el reflejo del pavimento,
observo como vas diluyéndote por la calle
dejando las moronas de tu corazón.

Cruzan la calle viajando por alcantarillas,
tal vez así puedas llegar pronto al mar.

Un lo siento, sólo te mentiría,
no puedo volver pues no hay camino sobre tus pies.

Recuerdo tu sonrisa y dibujo mi amargura en el rostro
¿no ves que lo que sufro por no estar a tu lado?
Te amo y te quiero, y aún soy cobarde.

Princesa de mis sueños que vuelas en mi cielo entre luceros,
¿cómo ser parte del trono de tus ilusiones?,
¿cómo ser alfombra de tus metas?
¿como llegar a ser perla de tu corazón?

No soy quien pensaste ni quien seré,
lo nuestro siempre fue pasado en el futuro,
olvidamos la importancia del presente;
hoy ese error nos duele.

Congelas castillos de arena en la playa,
destruyes fortalezas en acantilados profundos,
no hay brisa que seque nuestro amor.

No puedo despedirme
pues entré a tu vida sin presentarme,
y es que ese día cómo saber lo que pasaría,
que entre tus brazos perdería mi propio ser.

La sombra sigue cada palabra
que intentan llevarse al olvido lejos;
tan rápido fue que te amé,
tan lento es cuando te pienso.

El tiempo, ese ya no quiere verme,
ha cancelado la cita con la muerte
y sólo queda seguir viviendo.

Pasará el viento y me mostrará los colores
del paisaje que alguna vez nos unió,
traerá nuevamente aquellos aromas…
aromas que ahora duermen junto a tu piel.

Verso a verso y el corazón no caya,
no habla, no siente, no para.

Estorbo en mis días,
fantasías en pesadillas de noche,
no hay forma de regresar a lo que un día fue
pues las hadas borraron nuestro lazo.

Quizás en otra vida,
en otro tiempo,
en otro mundo,
en otro universo.

Pero por hoy, por este pellejo
debo dejarme ir con el cielo
el horizonte siempre será hogar
de las pupilas que alguna vez
a tu recuerdo pertenecieron.

Me despido sin un adiós,
como el polen no sale de la flor
entendiendo que lo que alguna vez fue despedida
le dio el fruto a la nueva margarita. 




A quien fuere mi amor.

Lo se, es tarde. Tal vez duermas en este momento soñando que escribo estas palabras a tu recuerdo, o simplemente estás caminando por la Ciudad intentando cambiar tu historia. ¿Por qué me fui? Esa noche jamás la olvidaré.

El amor nos consumió en su fuego, el orgullo fue la llave que usamos al abrir el departamento. Ese que fuese nuestro primer hogar, ese que desde la primera noche conoció de tristezas y recelos. La angustia de tenerte y no abrazarte, de tus labios nunca escuchar un te amo cayendo en abismos. El dolor hacía correr los chorros de sangre que las heridas dejaban en las paredes como huella de nuestra capacidad de destrucción.

Tus lágrimas sólo tocaron el adiós sobre tu guitarra. No hacían falta más palabras, el silencio de nuestros corazones lo había dicho todo. Hoy descubro un nuevo mundo sin ti a mi lado, parece que fuera la misma tierra redonda pero se que no es así, vivo en un paisaje pintado con otra acuarela. Es otro el nombre que lleva la firma del sublime cuadro de la nostalgia.

Te amé como la vida jamás mostró que debía hacerlo. Lástima que el océano fuera tan grande que al final terminé ahogada por mis propios huracanes, buscaba una isla donde llegar a salvo, esa que llevaba tu bandera. Dime, ¿alguna vez existió? No importa.

No mal interpretes mis palabras, ese recuerdo se quedó por siempre tan parte de mí como lo es ahora la felicidad. Pasaron los años y ahora tú hiciste tu vida, justo tal como la querías, justo como yo me negaba. Mucho tiempo preguntaba porque de tus bienaventuranza mientras la soledad parecía quedarse en mi cancha en nombre de lo que fue nuestro error.

Hoy, letra tras letra forma el listón que me salva de perderme en el laberinto del pasado. Hoy no hay reflejo de tu rostro, tu nombre no significa maldición, un nombre común como lo puede ser la pared o el cemento. Pero quise escribir esta carta, para decir palabras, para sacar la última gota de aquello y poder alejarme del dolor, de tu ausencia.

Te amo nunca fue suficiente, porque jamás hice algo por demostrarlo. Hoy te lo digo con el corazón, “TE AMO”… la mejor elección de mi vida fue alejarme, dejarte ser para poder ser. Hoy no quiero coincidir ni respetar nuestra historia, hoy te vas al fuego del eterno olvido. Te amo, y por eso me marcho nuevamente, cierro la puerta, apago la luz.

Esa noche fría y desolada, llorabas en la sala, lloraba en otra casa… no, esa noche fría y desolada al fin de mis pensamientos fue borrada.


Desde el horizonte inexistente:
… ni eco
… ni sol
… ni creación
                 
… te digo adiós.



¿Realidad o fantasía?


-Deja de soñar. Debes crecer y ver la realidad. ¿No te das cuenta que los sueños no pagan los estados de cuenta que llegan sin falta?

-Es por eso que debemos seguir luchando, no todo en la vida es dinero. Escúchame…

-¡No! Sólo dices puras insolencias. Estas por cumplir los 28. Eres un fracaso de la vida. Yo en tu lugar haría tantas cosas, seguiría en la escuela (esa escuela que decidiste dejar por un tonto camino). Es tiempo de que abras los ojos, mientras vivas bajo este techo, será mi palabra tu única Ley.

-No lo acepto.

-No tienes otra opción.

-Te equivocas nuevamente. Siempre hay opción.

-¿Qué quieres decir con eso?

-Siempre hay alternativa; como por ejemplo que te dieras un instante y me escucharas.

-O el que callaras tú.

-Yo te oigo, se y comprendo lo que intentas decirme. Tienes miedo pues estás a punto de llegar a viejo, una edad donde el dinero escaseará y no podrás mantenerme. Pero no te das cuenta que fuiste tú quien me crió, desde muy pequeño.

-Hice todo lo posible por que no fueras como nosotros. Tenías todo y decidiste abandonarlo.

-Pero no te fijas que me diste lo más importante: la fortaleza de enfrentar lo que venga, de levantarme al caerme. Me diste valores para poder dirigir mi vida con dignidad sin pisotear al prójimo. Honestidad y sinceridad. Tal vez no fue del mejor modo, pero fueron lecciones que aprendí a tu lado. El tesoro más grande que un padre puede dejarle a los hijos.

-Porque quiero lo mejor para ti es que te digo lo que te digo. Ve, regresa a la escuela, termina tu carrera y consigue un trabajo. Entonces podrás tener mi apoyo si quieres después dedicarte a tocar por las tardes o fines de semana, conozco un club…

-No estás escuchando, no es lo que quiero.

-Bueno, estudia música. Cerca está el Conservatorio y…

-Tampoco.

-¡¡¿Qué es lo que quieres?!! No quieres estudiar, no quieres trabajar. ¡Tonterías! Es lo único que dices.

-Las cosas no son así; se que sería sencillo hacerlo del modo en que todos lo hacen, cualquiera de las dos formas. Pero entonces pregunto, ¿dónde queda la diferencia?, el verdadero cambio. Mi corazón sabe el camino, debo confiar, lo haré del modo en que represente una salida para el monopolio.

-No eres un héroe, no quieras hacerte el importante.

-No lo soy, a medida de la generalización. Pero se que una onda en el agua, sumándose a otras y otras, puede mover océanos. Ustedes los adultos creen tener el poder de la experiencia en sus manos, eso sólo sirve cuando lo compartes, proporcionas el conocimiento. Aún sabiendo o no las cosas lo inevitable siempre llega, no hay forma de correr.

-Eso es libertinaje, debes tener límites.

-Los límites son jaulas para las alas.

-De nuevo a lo mismo.

-Date cuenta que ese es justamente el problema “lo mismo”. El no arriesgarse es lo que nos ha llevado a este precipicio grupal. Lo siento, con el respeto que mereces por ser mi padre, no cederé.

-No dejas otra alternativa, quise hacerte ver las cosas pero simplemente te quieres comer el mundo de un bocado… te vas a atragantar.

-No. Me comeré el mundo paso a paso, con firmeza y convicción. Por que creo que es tiempo de la libertad, aunque ello me lleve a la soledad.





Al sur de tu corazón.


Su cara tras las mantas de la pintura esconde lágrimas dibujadas con crayón en su alma. Padre de familia fracasado al no poder llevar el pan a su casa todas las noches, dos niños pequeños que apenas sabían hablar y ya conocían todas las variantes de las palabras carencia y necesidad. Enloqueció cuando supo que su amada traía al mundo un tercer hijo; tras la noticia corrió bajo la lluvia toda la madrugada, grave error pues al día siguiente no tuvieron para las medicinas y, así sin cuidados, la temperatura cobró parte de la salud sin regreso.

Sobre el circo frío de las calles intentaba causar un poco de gracia con malabares.

Seguro lo has visto en aquel  semáforo y ahora estás recordando lo que llevabas puesto ese día, la forma olímpica en que ignoraste su show. Tú ibas inmerso en tus pensamientos, comenzaste a cuestionarte como la vida podía ser tan injusta después de tanto sacrificio por hacer crecer a esa empresa, que ahora comprender que no sabía dar gracias ni como costumbre barata de un día seco y nublado.

Cruzas una mirada fugaz y tú sobre el auto te pierdes entre laberintos de asfalto.

Sobre el camellón ese payaso cuenta las migajas de polvo que la recolecta le dejo en este entretiempo. La situación comienza a empeorar, no sabía como superar los obstáculos de su presente buscando alivianar el futuro. La garganta de cuando en cuando le rozaba (al no haberse recuperado del todo tras la empapada noticia del aumento de personal hogareño) recordándole que los rezos son para quienes pueden pagar a Dios con metal dorado. Su dolor debe ser olvidado para poder continuar con la monotonía del amargo día.

Tomo un momento antes de continuar con esta historia.

Pude ver tus ojos en sus ojos detrás de los míos. El triángulo de nuestra Bermuda que supera en tiempo y espacio la indiferencia entre el mar y el corazón perdido. La conexión del entendimiento me golpea de frente a la cara esperando que a ti no te suceda lo mismo (al menos no tan fuerte).

¿Será que ya te viste dentro del cruel reflejo?

La tarde llegó como casi todos los días –puntual-, el aire frío no perdonaba la penumbra en el que algunos seres vivían. Había logrado juntar poco más de 20 monedas, todo un éxito para esta época en donde la caridad baja sus porcentajes alarmantemente en los paneles de las grandes empresas, en la sociedad indiferente, en el gobierno inexistente. Un día más fue librado sin la cobija del socorro, una simple lámpara termina el tramo brillante dando paso a las sombras de la noche.

Tus ojos que son de otra.

Amanece frío. Debes ir de nuevo corriendo al trabajo al trabajo, como siempre se te hace tarde para poder tomar el autobús de las 6:45; es inútil intentar comer algo como desayuno y con fuerza tomas el picaporte de tu puerta, tomas la llave y con candado encierras tus ilusiones y sueños llevando contigo el portafolio de las responsabilidades abrumadas y secas. Las sonrisas las dejas olvidadas delante de un espejo sobre el buró, el cepillo peina tus cabellos que acompañan esa máscara que ante los demás debes mostrar.

Disfruta el papel de ganadora sin trofeo ni lugar.

La falda te queda chica y sin despreocupación cuelgas del concurrido transporte al no hallar cupo dentro de las filas seguras entre asientos. Las fantasías de un coche propio te nublan la vista y sin esperar caes sobre un payaso aburrido y tosco. Con asco lo recibes, muestras muecas de palabras altisonantes y continúas tu camino con tu arduo andar, esperando encontrar pronto el nuevo transporte.

Del cielo no caen ángeles.- se repetía el payaso.

Después de ver a la mujer alejarse se puso en pie, se dispuso a comenzar su habitual show en la esquina de siempre cuando tomó una decisión desesperada e inadecuada. Todo debía cambiar fuera cual fuera el camino, la boca de sus hijos decían más con el silencio y el rugido de un estómago vacío. Enmascarado se fue tras joyas relucientes y carteras gordas llenas de billetes verdes.

Riqueza que alimenta la pobreza de tu trabajo.

La nieve comenzó a caer y su tristeza poco a poco fue desapareciendo. En la mesa había algo más que simple polvo. Podían festejar el año nuevo junto con una cena caliente y risas porque todo eso había formado parte de un pasado lejano. Su disfraz de payaso había dado muchas veces en el clavo permitiendo un camuflaje a la maldad de sus acciones. La conciencia se encontraba amordazada muy en el fondo de la sombra, justo donde no podía molestar ni gritar.

En ocasiones era tediosa y molesta reclamando su lugar en alma podrida por avaricia.

Ahora sales a las calles bastante temeroso, eres joven y no entiendes como es que alguien puede ser capaz de causar males en este mundo, amor y paz es tu lema. El recorrido de vuelta a casa es de noche y con los pasos de extraños tras tus espaldas. La cruz que adorna tu cuello junto con la fe es tu mejor defensa ante la violencia innecesaria.

El reloj marcó justo la hora de salida de clases, esta noche el aire soplaba en sentido contrario.

Tu reloj usado marcaba una cifra bastante tenebrosa en tu desconocimiento de la mala suerte. Sientes como el presentimiento comienza a helar toda tu piel, tus venas producen calambres conforme vas pisando tierra de callejón. El murmullo de los drogadictos a lo lejos envuelve el ambiente en la plataforma para la desventura. De frente un payaso, de esos que dan risa seguramente.

Despreocupado pasas por su lado.

Lo ve venir lentamente, el día había sido bastante generoso y aún así su necesidad insaciable del signo más no estaba a la espera. El momento se acercaba, dentro en su traje los preparativos comenzaron, su cabeza buscaba los movimientos adecuados de acuerdo a la situación que se le presentaba. Un joven colegial, de universidad probablemente… -Los fantasmas del futuro comenzaron a mostrar una ilusión que con su nueva profesión sería aún más fácil de alcanzar, sus pequeños dentro de una escuela, buenas notas, hijos en los cuadros de honor, cada nivel pasado con mucho esmero, lleno de orgullo hasta que el cuadro de un título colgado sobre la pared adornaba la sala. Para ese entonces ya no vivían en la pocilga de cartón y aluminio, el departamento era decente y con todas las comodidades posibles: un sofá, una tele, sus camas…  ya no dormirían más en catres sacados de la basura.- Sueños, visiones del futuro.

Un movimiento, un pensamiento, un segundo para cambiar tu rumbo.

La campana de la avenida retumbó un tic- tac de más. El tiempo se detuvo dejando todo sin respiración, lentamente cada acción, cada cerebro estudiaba todo lo que había causado ese destino maldito: los drogadictos buscando saciar las venas contaminadas, el payaso que perdió el camino sobre la joroba de una pobre ilusión y un joven, que sin vicio se condujo al final de su muerte por tan sólo unos centavos que pagaban el pasaje de su camión.




"El boleto de la felicidad se pierde cuando el viento sopla al sur de tu corazón."