Sandy.


Se encontraba sentada sobre la cama artificial de concreto, fumando un cigarrillo y viendo las nubes tras los barrotes de la ventana. El tiempo la ha consumido por completo, ya no tiene brillo ni sonrisa. Se ha ido desmoronando en cada inhalación de una ilusión cara. ¿Qué importancia tiene la vida cuando el amor se retira? Ninguna, no importaba que el mundo se olvidara que alguna vez ella fue vida. Ahora, sólo se había convertido en un número más dentro de los crímenes cometidos en el transcurso del año.

Puedo verla como si estuviera a su lado. Ver que ya no había vida dentro de ese cuerpo fue apagando mi alegría. El dolor de ver a quien es de tu sangre en la cárcel, sola y perdida. No hay palabras, no hay pintura. Sólo dolor y lamentos. Llora el corazón y se rompe en miles de pedazos, soy capaz de sentir como se va descuartizando, agrietando. El amor lo cura todo, el amor no cura un corazón roto y quemado vivo.

Pasaron algunos días obligándome a mí misma a vivir, a salir de la monotonía. Un día temprano por la mañana decidí visitarla, aunque sólo fuese por esa ventana triste y opaca de plástico. Apenas pronunciamos palabra (no eran necesarias, ¿qué dices detrás de las rejas, qué dices de frente a ellas?), no pudimos evitar las lágrimas. <<Te necesito>> me dijo y no pude más que hacerle la promesa de ir el fin de semana a verla, estar en su mundo y… hacer todo lo que estuviera en mis manos para sacarla de ese lugar.

Cumplí mi promesa, ¡lo que sufrimos fue el infierno en carne propia! Las humillaciones, las condiciones en que vivía. Nunca se quejó. Pasamos largas horas en silencio incómodo intentando comer algo, sus compañeras iban y venían con cuadros y pulseras para ganar un poco de dinero. Las rifas se anunciaban al final de la tarde, hora de despedirse. No volvería, ella lo sabía. Tampoco quedaba mucho tiempo para eso.

Los días fueron grises desde entonces, había tenido los reportes de que no comía, apenas si se movía para hacer lo más necesario. -Ella está triste -me consolaba- no, está muerta. La inyección sólo permitirá que ese zombi deje de andar y regrese a su hogar bajo tierra.

La melancolía me invadió por completo y comencé a recordar aquellos tiempos en que ella era fresca y alegre. Jovencita y con un futuro por delante. Contaba chistes para hacer reír a la gente. Estaba en uno de los mejores colegios del lugar, no era la mejor estudiante pero estaba satisfecha. Alcanzada cierta edad, estudiaría comunicaciones, quería ser reportera. Las noticias, las historias le llenaban las venas de adrenalina. Cuando hablaba de ello se apasionaba a tal grado que era sencillo ver que lo lograría. Verla así era la ilusión que había tenido desde que supe que estaba embarazada. Pero llegó ese momento, el momento en que ella apareció, trayendo consigo celos e ignorancia.

Jamás lo acepté y hoy de nada serviría hacerlo. Hay situaciones a las que nos enfrenta la vida, soy de condición humana como cualquier otro, lástima que el precio a pagar fue elevado.

Al principio pensé que sólo era algún tipo de juego tonto, pero el tiempo pasó marcando meses y no quise aceptar la realidad. ¿Qué dirían los vecinos? ¿Qué dirían los compañeros del trabajo? No podía darme el lujo de que supieran que mi hija tenía novia en vez de novio. No era lógico, no era lo que enseñaban ni en la escuela ni en la Iglesia. Cierto es que en estos tiempos las cosas han cambiado, sin embargo ¡jamás imaginé que tuviera que verme involucrada en una situación semejante! Intenté presentarle a varios amigos (hijos de mis amigas) en vano. Ella sólo tenía ojos para Sandy, su Sandy. Salimos en pleito en varias ocasiones, al final decidí dejarlo así. Comencé a cubrirlo todo con máscaras.

Así transcurrió todo este tiempo, no sabía como decirle que sentía asco cuando ella me contaba sus secretos, como madre e hija saben hacerlo. Veía como le brillaban los ojos al describir esa forma en que su cuerpo reaccionaba cuando Sandy estaba cerca, cuando tocaban y rozaban sus pieles en caricias (entre nosotras no había tabús, y el que había estaba cubierto y sepultado en la mentira). Todo era risas, rara vez supe de alguna pelea pero tenían la madurez para sobrellevar sus diferencias, vivían el amor plenamente. Ella sentía haber despertado a un nuevo mundo donde el amor existía de verdad. Era feliz, para mí no era suficiente.

De pronto un día llegó seria, con cara de querer platicar sobre un asunto importante. Ya había pasado más de un año de relación, era fácil sospechar cual sería el siguiente paso; así lo hicieron. Un mes viviendo juntas y seguían en su paraíso (lo que pocos han logrado, llegué a admirar esa entrega -aún era insuficiente-). Nuestra comunicación fue menor ahora que las circunstancias habían cambiado, ella marcaba una vez a la semana para platicar, siempre intenté estar para lo que necesitase. Con Sandy hablaba poco en realidad. Nunca tuvimos ningún problema, nuestra relación no pasó de ser más que una mera cordialidad. Tal vez tuve mucha culpa en ello, nunca me interesé en realidad en ella, sólo quería a mi hija feliz. Aunque el modo en que lo había elegido no era la mejor, estaba convencida.

Intenté e intenté, pero nunca demasiado, lo sé. ¡Tenían tantos planes! y, por supuesto, yo no figuraba en ellos.

Una noche me invadió de golpe la soledad. En casa de una amiga, platicando sobre los hijos, llegó mi turno. <<Una beca en el extranjero>> dije cambiando el tema. Fue entonces que me di cuenta de la pesadilla en la que estaba sumida y… aún faltaba tocar fondo.

Suena el teléfono, la oigo aturdida. Poco entendí, de palabras entrecortadas pude rescatar solamente “delegación”. Sólo había una en el condado, así que tomé mis cosas y salí corriendo. En el camino llamé al abogado, no sabía si lo necesitaríamos o no,  aún así lo hice. Al colgar casi choco en un crucero. Eso fue suficiente para detenerme sólo unos momentos a pensar, debía tener la cabeza fría, ella me necesitaba. Tomé fuerza y seguí hacia mi destino.

Todo el proceso fue corto contrario a lo que se pensaba. “CULPABLE” fue lo que dictaron y a la inyección letal iba a llegar al cabo de dos semanas. Yo sabía que ella era inocente, la conocía desde pequeña, (¡yo la crié!) simplemente era incapaz de cometer algo como eso. Lloré y supliqué como jamás lo había hecho. Mi hija moriría y no era capaz de evitarlo. Le fallaba, una vez más le fallaba.

 Sus palabras se había quedado tatuadas en mi mente, día y noche las escuchaba. La memoria me traicionaba y el olvido salió corriendo.

“Al llegar del trabajo vi que Sandy estaba en el suelo, había chorros de sangre por todo el piso. Yo no supe que esperar, aventé lo que traía en las manos y corrí. Grité todo lo que pude, estaba boca bajo y la volteé, la tomé entre mis brazos. Su rostro reflejaba terror, sus ojos estaban abiertos. No podía aceptarlo. Corrí al teléfono y llamé a la patrulla, llamé a la ambulancia. ¡Fue horrible! Su cadáver, estaba fría, pálida, tiesa. Me enojé con la vida. Comencé a llamarla, la zarandeé todo lo que pude, ella no respondía. Mi enojo fue mayor, comencé a tirar y romper cosas…, no recuerdo muy bien qué fue lo que sucedió después, es borroso. Sólo sé que al llegar la policía yo tenía el cuchillo en la mano…”

La justicia no existía en este país, además de ser cruel, yo iba a perder a mi hija, quien había perdido a su Sandy.

Ahora, la casa está muy silenciosa. El día está nublado. Las 5 de la tarde, es hora. Cierro los ojos y veo como poco a poco es transportada al cuarto donde se cumplirá el veredicto. Ella no espera verme, no espera a nadie. Sólo quiere regalar su último respiro a ese recuerdo de la mujer que le enseñó el verdadero valor del amor –ese que no supe ver yo- que va más allá de las diferencias sexuales. El segundero terminó de cerrar el ciclo, 5:01. Abro los ojos, levanto la copa de vino y tomo el último sorbo, y… escribo estas últimas líneas.

Para cuando tú, lector cualquiera, leas estas palabras todo habrá terminado. La ejecución se habrá realizado con exactitud. Yo estaré inmóvil con un hoyo desde la boca a la nuca (el mejor sitio para el suicidio instantáneo).

La pistola me espera, sabe que tenemos una cita, la misma que tuvo con Sandy ese día en que mi amargura terminó con su vida, un error que costó el alma de mi hija.




Perpetuando corazones.


Desde el instante mismo en que te vi supe que eras quien esperaba, quien soñaba por las noches haciendo que el día anterior fuera algo que valiera la pena aún sin tu presencia.

No pude soltar tu rostro desde ese instante, me perdí entre tus fronteras y mi nombre se convirtió en transmutación del tuyo.

Sobre la banqueta esperas sentado ¿será que no sabes que he llegado? Buscas por los lados y yo sólo te observo desde el interior del café. Quisiera tener el valor y decirte lo que siento, lo que pasa en mi interior, pero sólo me quedo del otro lado del cristal viendo como pasan tus pensamientos. No sabes que existo.

De pronto volteas- seguramente percibiste la mirada- sonríes con entusiasmo. Fue mucho, yo sólo fui capaz de reaccionar volteando el rostro, quito la mirada. Pasa un momento y de nuevo intento verte, ya te has ido. Me quedo triste, de nuevo las nubes nublaron mi día y trato de aferrarme al recuerdo que se quedó muy dentro.

<<Disculpe, ¿está ocupado?>> Estás frente mí, ¡qué locura! Sólo muevo la cabeza muy despacio negando, te veo tomar asiento con esa sonrisa. Tus cabellos alborotados parecen chispas en el aire, los ojos expresan los secretos del mundo. Comienzas a contar historias, a platicar del clima y tantos temas a los cuales perdí interés. Sólo eres tú. –Te estoy aburriendo-, te oigo decir y decides que nuestro rato juntos fue demasiado lejos, quieres marcharte. Te tomo de la mano (no sabría como dejarte ir).

Me ves completamente extrañado, profundizas en mi rostro intentado saber qué es lo que siento, qué pienso. –Te esperaba hace tanto-, dije para calmar tus dudas. Bajaste la mirada.

-Hace rato que te veo en este lugar –comenzaste a contarme- me gusta observar la forma en cómo vez pasar a las personas, cómo logras adentrarte en sus misterios. Tu rostro es sereno y despreocupado, un ángel.
-Me gusta al silencio, me gusta escuchar lo que tiene que decir. Dijo que llegarías.
-Los sueños hablaban de ti cada noche, las campanas replicaban tu voz y mis días se iluminaban. Ahora estoy aquí, frente a ti.
-Sí, ahora estás aquí.

Roce sus labios levemente, tomé su rostro suave con mis manos. Acaricié cada parte de su rostro con mi piel. Su olor a frescura era el complemento que me hacía falta. Fue un beso donde los labios contaron el secreto de amor que en el pasado habíamos aprendido. Sabía que me amaba así como yo a él.

Pago la cuenta y comenzamos a caminar por el parque, tomados de la mano. La gente nos observa, otros señalan. Pero, a estas alturas, no hay cabida a las críticas cuando dos hombres están entregados de lleno a la vida perpetuando sus corazones por siempre.



 

Una lágrima nace.


Hoy las lágrimas se convirtieron en máquina del tiempo transportándonos al recuerdo. Ese que aún no existe, ese que aún se siente volar escondido y remoto.

Shh… no digas nada y cierra tus ojos, observa como te inunda la negrura de tu interior.

¿Escuchas? Es el dulce sonido del cantar de la luna nueva, que está sin brillo y  hermosa de lentejuela, su traje es vestido por las estrellas. Siente como el viento pasa por tus bellos llevando los secretos del mundo.

Estás aquí –ahí- sentado escuchado la voz de un poeta murmurando a tu alma. El sol brilla en tu corazón saltando chispas, el viaje transborda hacia misterios. Llegas a la pradera… se esfuma –te esfumas-.

Eres polvo en el viento, constante y sin miedos, te dejas llevar entre mareas altas de sueños y montañas de anhelos… calla, ríe, versa.

Tus brazos se extienden entre el oriente y el occidente mostrando el rostro al norte y aprendiendo de cada paso dejado en el sur.

No olvidas, no hablas.

Una lágrima surca el rostro, la sal marca el espacio entre sentir y vivir. El recuerdo, ese permanece sobre la silla de madera, tu cuerpo lo abraza, lo besa. El recuerdo no es pasado, no vive del futuro… nace del presente.

Espacio que se crea en tu mundo, mirada al infinito. Recuerdas, regresas… un viaje al presente es la conciencia de tu propia existencia en este mundo -seas bienvenido-.




Sin Sophia*


    Sueños cascada
    comienzan a diluirse
    entre pensamientos.

    El mundo observa
    lo profundo del mar,
    lo lejano del universo,
    lo grande de lo eterno.

    Vibran olas sobre papel
    iluminando caleidoscopios.

    Corazones callan hablando
    a través de silencios,
    los murmullos desfilan
    sobre matices palabras.

    Buganvilias transforman
    paraísos en infiernos,
    vehemencia en almas.

    Canto de demonios
    colmados de alas y auras.

    La tierra resuena
    haciendo nacer un eco sordo,
    tiemblan las mareas efímeras,
    sueños utópicos sin risa.

    La promesa sorprende
    a la ausencia mostrada
    entre sombras sin vida.

    Muerte de la idea
    cierra el ciclo donde
    el verso entierra su esfuerzo
    oculto en el último beso.

  

*Sophia. Nombre de origen griego que sifnifica "Aquella que posee sabiduría".